יום שבת, 5 במרץ 2016

Pekudei, aliah de domingo, Jesed en la semana

Pekudéi, aliah de domingo, Jésed en la semana. Shemot-Ex. 38,22: "Y BetsalEl hijo de Urí hijo de Júr de la tribu de Iehudáh, hizo todo lo que ordenó Hashém a Moshéh".
Hay necesidad de un templo, para todo el pueblo, al modo del templo que cada quien debe edificar en su interior. Y hay el hombre que sabrá trabajar el corazón singular de todos juntos: "Y BetsalEl hijo de Urí hijo de Júr de la tribu de Iehudáh, hizo todo lo que ordenó Hashém a Moshéh" -nuestro verso entero con valor 3008-, y de él aprenderemos tres principios fundamentales relacionados con el templo. Pues [Jer. 7,3] "así dijo Hashém de los Ejércitos, E-lokím de Israel: Tornad buenos vuestros caminos y vuestras acciones, y moraré con vosotros en el lugar éste": que es condición del Creador que los caminos y acciones del hombre sean buenos, sean expresión limpia de buen corazón, para que la shejináh (la presencia revelada de E-l) se pose sobre el templo, para que los edificios que el hombre construya sean honestamente llamados templos para Hashém. Y no por cualquier vía lo construirá: aún si se le ofreciera la oportunidad de hacerlo gratuitamente, la rechazará; porque ni la mitsváh-precepto ni la Toráh que se aprende han de venir gratuitamente a las manos del hombre, tal como señala el testimonio directo de la realeza de Israel: [Cron.1 21,24] "Y dirá el rey David a Arnán: no, pues comprar compraré con dinero pleno, porque no izaré lo que te pertenece a tí a Hashém, ni elevaré una oláh gratuitamente", pues sabido le es que no será de buen recibo en lo Alto la ofrenda por la que no pagó el que la brinda con lo suyo. Pues el secreto del pacto de Hashém [Tehilim 105,9] "que contrajo con Avrahám, y su juramente a Isják" radica en que se apegue el hombre a su E-lokím y se entregue a El con todo lo que ha a su mano; y quien así hace, atestiguaremos acerca suyo que "hizo todo lo que ordenó Hashém a Moshéh" ("'asáh Et kól Ashér tsiváh Hashém Et moshéh" = 2200), pues no puede fantasear consigo mismo el hombre la voluntad de Hashém, dado que claramente [Is. 40,13] "quién planificará el espíritu-pensamiento de Hashém, y a qué hombre su intención anunciará" (que nadie podrá dictar a Hashém su ánimo, y a nadie se comprometerá Hashém a revelar lo que se propone), y el cumplimiento del mandato divino no comienza en lo que sea más cómodo al hombre, sino justamente en que expreséis vuestro apego verdadero al pacto de Hashém, en el dar (Devarim-Deut. 12,11) "vuestros diezmos y la ofrenda de vuestra mano" ("ma'asroteijém utrumát iedjém"), para hacer tsedakáh y justicia como os ordenó.



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