יום חמישי, 14 בדצמבר 2017

Janucàh 5778, y mis 50 años




Creìan haber contaminado todos nuestros aceites sagrados. Nuestro rey Shaùl, muchos años atràs, habìa errado en distinguir “todo” de “casi todo”: exterminò a “casi todo” Amalèk, y el remanente resurgiò para seguir inspirando mal. De modo que no desesperamos ante la noticia de que “todo” el aceite sagrado se contaminò; estamos seguros de que asì en lo màs recòndito, algo de aceite sagrado ha de haber con que encender las luminarias, cuya luz atraerà màs luz y pedirà perpetuarse. Todo tiempo que hay vida (que es decir que hay tiempo), sabemos que no nos han contaminado todo el aceite sagrado, y que si lo pedimos con acciòn y corazòn, nos serà dado volver a encender las candelas, destilar en ellas nuestra mejor luz, y extenderla a todo el alcance de nuestro amor.

Cada vez es màs difìcil y gozoso releer la Toràh, traducirla a la realidad que nos toca interpretar y modificar, y ejercerla. En Rosh Hashanàh, en la plegaria de Musàf, pronunciamos un canto titulado "Ojìlah laEl", cuya autorìa y origen se ocultan en tradiciones remotas. De entre las varias traducciones posibles al sentido de este canto, mi preferida dice màs o menos asì: Darè vigencia (en mì) a Hashèm, harè regir en mì Su rostro revelado; pedirè de El la respuesta hablada (pedirè de El que me sea dado utilizar el habla para darLe vigencia en mi mundo, asì como el Creador crea los cielos y la tierra mediante el habla). Puesto que ante pùblico numeroso cantarè Su vigor, y emanarè cantos de jùbilo por sus acciones (y los cantos de jùbilo emanaràn de mì tanto en señal de gratitud como en pro, como entregando fuerza a Hashèm para su acciòn en mì). Al hombre toca disponer el corazòn, y de Hashèm proviene la respuesta del habla (del lenguaje capaz de modificar la realidad). Hashèm abre mis labios, y mi boca dirà Tu gloria. Hasta aquì. El canto con que intentamos acertar a la plegaria perfecta, que atraiga hasta nosotros en general y en particular una oportunidad de redenciòn.

Llevo b"H muchos años rigiendo mi vida desde ambas certezas: la del aceite puro y apto para la luz sagrada, que no puede ser jamàs que se haya contaminado por completo, y que una sola gota de èl me permitirà encender candelas que encenderàn màs candelas a su vez, y asì hasta que de la oscuridad no reste màs que el recuerdo y la prevenciòn. Y la de que todo se trata, en ùltima instancia, de hacer que acontezca el Creador en mì, de hacer que la Ley y el Amor divinos rijan en mì, y a travès de mì, candela a candela, en cuantos màs. Y para ello, hay que enmendar el corazòn.

Hashèm es muy bueno conmigo. Alguna vez creì que procurar ser bueno, junto a la Toràh, la Cabalàh, la filosofìa, el arte, la ciencia, iban a converger a eximirme de dolor. Dejè que innùmeros dolores no resueltos, generales y particulares, se apilaran en mi corazòn, seguro de que desaparecerìan de allì como consecuencia lateral de lo que elijo hacer de mi vida. Mas se quedaron allì, produciendo alborotos de tanto en tanto. Durante el ùltimo par de años, especialmente, algunos dolores del alma en carne viva tomaron fuerza de la frustraciòn moral y se dedicaron a despertar a sus colegas dormidos; y la lucha de la alegrìa, de la luz, se fue haciendo despareja ante la voz atronadora del espanto, que se nutre de tanta experiencia de maldad, idiotez y mezquindad de que es casi imposible abstraernos. Paisajes, amores, sabores, mares de gratitud; y una tristeza en el fondo que reclamaba respuesta.

Entonces, de pronto, algo se abriò, entre tantos ruegos y meditaciones y plegarias, y ensayos de shalòm para prodigar amor en mi mundo. Hay que salvar el corazòn, el corazòn bueno; hay que drenar del corazòn lo que nos hace mal. Asì, hallaron los dolores del alma un canal para liberar su ira, para expresarse, y agotarse, y be"H apagarse. Salieron a doler en el cuerpo. Tres (acaso cuatro) hernias de disco, barùj Hashèm. Dolores fìsicos inenarrables, y la sensaciòn de un torrente de olor apestoso que va desalojando mi corazòn, para ensañarse con mi cuerpo. Movilidad reducida, mano y brazo izquierdos con corrientes elèctricas. Haciendo de puente entre ambas experiencias, la maravilla de la tefilàh y la meditaciòn, el amor que pide seguir creando y multiplicando luz, el anhelo de redenciòn compartida, y su belleza. La respiraciòn conciente. La certeza de bien. Y vosotros: saberles atentos y pròximos, a muchos de vosotros empàticos y solidarios, me inunda de gratitud y de ganas.

Llego asì a mis cincuenta años, baruj Hashèm. Con gratitud enorme por mis padres, mis hijos, mis nietos, mis amigos y familia, alumnos y maestros. Y por el puente: el apego al Creador, a la Toràh, que es decir a la belleza y al bien y a la verdad. Llego pidiendo de lo Alto las fuerzas y la inspiraciòn para llamar e identificar en el camino a cada gota de aceite sagrado recuperable, y atraerla conmigo al ejercicio de la Luz.

con brajàh, de corazòn, con la esperanza de que a alguien màs habrà de servir para bien esta experiencia que me toca.  Vuestro,

daniEl israEl Ginerman


PD1 -Problemas tècnicos y escasez de presupuesto convergieron a dejarme sin computadora desde hace unos cuantos dìas, probablemente por algunos màs. Y en los telèfonos se hace muy difìcil trabajar. Por favor, tenedme paciencia un poquito màs :-)

PD2 - Esta especial circunstancia refuerza mi entusiasmo por el camino que compartimos. A la vez, aumentò en mucho mi fragilidad econòmica. Si quieres sumarte a hacer posible mucho màs aprendizaje y desarrollo compartido desde la Toràh, en el camino que juntos hemos aprendido a cultivar, hallaràs todas las vìas para ayudarnos en la primera respuesta a este post.