יום ראשון, 7 ביוני 2015

Shlaj Lejá, aliah de lunes, Guevurah en la semana

Shlaj Lejá, aliah de lunes, Guevurah en la semana. Bamidbar 14,7: "Y dirán a toda la congregación de los hijos de Israel, para expresar: la tierra que recorrimos para registrarla, buena es la tierra muy muy".
Volvieron los espías al campamento de Israel, y acaso por causa del miedo a vivir sometidos a las leyes naturales, hablaron mal de la tierra. Y Iehoshúa bin Nún y Kalév ben Iefunéh, de los que recorrieron la tierra, rasgaron sus vestiduras en señal de duelo. "Y dirán a toda la congregación de los hijos de Israel, para expresar: la tierra que recorrimos para registrarla, buena es la tierra muy muy" -nuestro verso entero, con valor 4274-, [Shemot-Ex. 12,40] "y el asiento de los hijos de Israel que estuvieron asentados en Mitsráim: treinta años, y cuatrocientos años", y en su enorme misericordia nos izó Hashém de la humillación tras "treinta años, y cuatrocientos años" ("shloshím shanáh veArbá' meOt shanáh" = 2116), [Jagai 1,5] "y ahora, así dijo Hashém de los ejércitos: poned vuestro corazón sobre-en vuestros caminos", [Jabakuk 2,14] "pues se llenará (llenarás) la tierra de conocer el honor de Hashém, como las aguas cubren al mar". Esta la advertencia, y ésta la misión.
Dos acciones llevaron a cabo los espías en relación con la tierra, como está dicho: la recorrimos, para registrarla. Desde el desierto, recibieron una misión que debe ser realizada en la tierra de Israel: no es posible cumplir la misión desde una conciencia de desierto, desde el marco cognitivo y referencial del desierto; sino que deben los espías, los cabezas de las tribus de Israel, advertir lo que adviene, mirar qué hay detrás de las cortinas, y todo se revelará a ellos de modo correcto y enmendado. Sólo dos lo lograron, y nosotros volvemos sobre este episodio cada año para aprender a ser nosotros mismos buenos pioneros, oficiales de vanguardia, espías hábiles que liberamos a nuestra tierra (Maljut-reinado) en nuestras conciencias para el pueblo que anhela recibirla.
La tierra de Israel estaba cubierta de una realidad aterradora, que contradice su naturaleza: Amalék, gigantes, ángeles caídos; en cada lugar por el que uno pasa, caravanas dirigiéndose a enterrar muertos. Ellos dan testimonio de que "la recorrimos" ("'avárnu báh" = 335): cuando pasamos por ella se aferraron nuestras almas en la evocación de lo vivido en el (Shemot-Ex. 19,11) "monte Sinái" ("hár sinái"), donde coronamos al Creador con el título de "rey de los reyes de los reyes" ("mélej maljéi hamlajím"); y como dice Akaviáh ben MehalalEl (Pirkéi Avót cap.3,1): ¿ante quién estás destinado a rendir juicio y cuenta? Ante el rey de los reyes de los reyes, el Sagrado Bendito Es -hasta aquí. Y siendo así, no caímos en la trampa de las ilusiones vanas que tenían por objeto hacernos huir del destino de todo nuestro viaje, de la tierra que los ojos de Hashém tu E-lokím están en ella desde la cabeza del año hasta el final del año. Y estuvimos en la tierra "para registrarla" ("latúr Otáh" = 1042), para conectarnos con ella, a modo de [Is. 60,1] "levántate, mi luz, pues viene tu luz, y el honor de Hashém sobre tí brillará"; el novio que clama por su novia: tu eres la luz mía, amada, y yo soy la luz tuya, y cuando estamos unidos, justamente "el honor de Hashém" ("kevód Hashém" = 58) se revela en (Bereshit-Gen. 6,8) "gracia" ("jén"), que brilla sobre tí y se refleja desde tí, mi tierra, en nuestra unión bendita.
Pobre de quien llega a cumplir la misión sublime desde una visión y una conciencia estrechos y bajos. Pues sólo los dos que quedaron enfrentados a la mayoría saben descubrir la verdad detrás de lo que se ve, y empuñar las armas y fuerzas correctas para tornar realidad todas las promesas relativas a la tierra.
Hasta que la conclusión es clara: "buena es la tierra, muy, muy" ("továh haArets meOd meOd" = 408), y por tanto, sólo [Crón.1 16,34] "agradeced-reconoced a Hashém porque es bueno, pues para el mundo (a perpetuidad) es su piedad"; provisto que la bondad de la tierra se revelará de modo proporcional a la gratitud y el reconocimiento. Opuesto al orden en el desierto, donde clamamos por nuestras necesidades y agradecemos tras ver cumplidos nuestros deseos, la ley sobre la tierra te llama a sembrar con fé y esmerarte en el cuidado de tu campo y en la cría de tu cosecha con deleite, y allí está el mecanismo para despertar a la voluntad de lo Alto, que hará fluir el sueño, el objeto de deseo, hacia dentro del presente real; y la fuerza de tu Hod (tu gratitud, tu reconocimiento, tu hacerte eco del tesoro que ha en tus manos) compondrá todos los conductos a cada ocasión, para sostener desde tí el desarrollo expansivo de la completa redención.


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