Koraj, aliah de domingo, Jesed en la semana. Bamidbar-Num. 16,4: "Y oirá Moshéh, y caerá de bruces".
Si no era suficiente todo lo acontecido recién con los espías, y con su hermana Miriám la profetiza, y con las sepulturas del anhelo e incluso con el becerro de oro, de pronto también la envidia del poder despierta en el campamento de Israel. Kóraj hijo de Its-hár, el más rico del pueblo, de la familia de Kehát en la tribu de Leví, anhela el sacerdocio para sí y los suyos, y organiza una revuelta contra Moshéh y Aharón. Y oirá Moshéh, y caerá de bruces.
Moshéh es el más humilde de los hombres, acerca de quien da testimonio el Creador que en revelación íntima hablará con él. Se rebelan contra él, y Moshéh se siente cansado: todo el tiempo se ve forzado a salvar a los hijos de Israel del daño que se provocan a sí mismos.
¿Qué oirá Moshéh? Moshéh ve lo que adviene, y teme por el destino del pueblo todo. "Y oirá Moshéh" ("vaishmá' moshéh" = 771): [Tehilim 2,5] "entonces hablará a ellos en su furia, y en su ira los asustará", sálvenos Hashém de ello. Otra vez furia, otra vez luchar para endulzar las duras sentencias que advienen, para soñar una construcción renovada de vida digna de shalóm. Por tanto, completará nuestro verso "y caerá de bruces" ("vaipól 'al panáv" = 372), que es (Bereshit-Gen. 5,7) "siete" ("shéva'") veces que caerá el tsadík y se levanta; cuanto más, así se levantará a una vida verdadera y plena un pueblo entero.
Mas desde su humildad, él sólo podrá ofrecerse en tanto vehículo de una enmienda desde los cielos: "Y oirá Moshéh, y caerá de bruces" -nuestro verso entero, con valor 1143-, y suplicará en un susurro ante su Creador: [Tehilim 119,135] "tu rostro ilumina en tu siervo, y enséñame tus leyes", para que yo sepa cómo actuar. Una conversión perfecta, al menos en su iniciativa, de diním-rigores que se tornan manifestaciones de Jésed-piedad-amor; a cambio de solamente que él renuncie a su propio honor, y desde la ofensa aparente, se ocupe en realidad de endulzar la sentencia que pesa ya sobre los revoltosos. Un ejemplo sublime y maravilloso para tomar cada quien a su corazón, de parte del más humilde de los hombres, en el día en que alumbra el Jésed sobre toda la semana.
Si no era suficiente todo lo acontecido recién con los espías, y con su hermana Miriám la profetiza, y con las sepulturas del anhelo e incluso con el becerro de oro, de pronto también la envidia del poder despierta en el campamento de Israel. Kóraj hijo de Its-hár, el más rico del pueblo, de la familia de Kehát en la tribu de Leví, anhela el sacerdocio para sí y los suyos, y organiza una revuelta contra Moshéh y Aharón. Y oirá Moshéh, y caerá de bruces.
Moshéh es el más humilde de los hombres, acerca de quien da testimonio el Creador que en revelación íntima hablará con él. Se rebelan contra él, y Moshéh se siente cansado: todo el tiempo se ve forzado a salvar a los hijos de Israel del daño que se provocan a sí mismos.
¿Qué oirá Moshéh? Moshéh ve lo que adviene, y teme por el destino del pueblo todo. "Y oirá Moshéh" ("vaishmá' moshéh" = 771): [Tehilim 2,5] "entonces hablará a ellos en su furia, y en su ira los asustará", sálvenos Hashém de ello. Otra vez furia, otra vez luchar para endulzar las duras sentencias que advienen, para soñar una construcción renovada de vida digna de shalóm. Por tanto, completará nuestro verso "y caerá de bruces" ("vaipól 'al panáv" = 372), que es (Bereshit-Gen. 5,7) "siete" ("shéva'") veces que caerá el tsadík y se levanta; cuanto más, así se levantará a una vida verdadera y plena un pueblo entero.
Mas desde su humildad, él sólo podrá ofrecerse en tanto vehículo de una enmienda desde los cielos: "Y oirá Moshéh, y caerá de bruces" -nuestro verso entero, con valor 1143-, y suplicará en un susurro ante su Creador: [Tehilim 119,135] "tu rostro ilumina en tu siervo, y enséñame tus leyes", para que yo sepa cómo actuar. Una conversión perfecta, al menos en su iniciativa, de diním-rigores que se tornan manifestaciones de Jésed-piedad-amor; a cambio de solamente que él renuncie a su propio honor, y desde la ofensa aparente, se ocupe en realidad de endulzar la sentencia que pesa ya sobre los revoltosos. Un ejemplo sublime y maravilloso para tomar cada quien a su corazón, de parte del más humilde de los hombres, en el día en que alumbra el Jésed sobre toda la semana.
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