יום שישי, 30 באוקטובר 2015

Vaierá, aliah de shabát kodesh, Maljut en la semana

Vaierá, aliah de shabát kodesh, Maljut en la semana. Bereshit-Gen. 22,18: "Y han sido (desde ya) bendecidos en tu descendencia todos los pueblos de la tierra, por cuanto atendiste a mi voz".
Avrahám recibe una bendición que nos toca a todos, para todos los días del mundo. A partir de la akedáh (del sacrificio de Itsják), un acto de entrega y fortaleza de magnitud inasible de padre e hijo en comunión, por cuanto atendió Avrahám a la voz de Hashém y se condujo ante él con la mayor y más íntegra inocencia, la bendición que penderá sobre toda su descendencia bendecirá también a todas las naciones del mundo; ellos -igual que nosotros- sólo deben hacerse aptos de recibirla. Milagros y portentos sobrenaturales vivieron los antiguos y ocurren en cada generación, sólo para que de su difusión resulte que arranquen todos los pueblos a las deidades vanas de sus corazones, y retornen a las cualidades del Creador bendito: "Y han sido bendecidos en tu descendencia" ("vehitbarjú bezar'ajá" = 938), y a la bendición antecede la depuración: (Tehilim 31,18) "se secarán los malvados" ("iebóshu resha'ím"), y he aquí que no hay más malvados. Alabad a Hashém.
Todos "los pueblos de la tierra" ("goiéi haArets" = 325) se beneficiarán de la bendición (sentencia el Rambá"m: todos los hombres piadosos de las naciones del mundo tienen parte del mundo porvenir), y ante Israel ellos son como la luna frente al sol; (Is. 30,26) "y será la luz de la blanca-luna" ("vehaiáh Or halevanáh") que brillará cuando la shejináh, la presencia revelada de Hashém, se pose nuevamente sobre las faces de la tierra, hasta que (Is. 35,2) "ellos verán el Kabód-honor de Hashém" ("hémah irU kvód Hashém"): el "kabód", de valor 32 como el "corazón" ("lev") de Hashém = 26; de suyo que el "kvód Hashém", en su valor 58, alude a la "gracia" ("jén") en su máxima expresión.
Y acerca de "todos los pueblos de la tierra" ("kól goiéi haArets" = 375) se dice que (Reyes1 8,28) "y retornaron a tí" ("veshávu Eléja") y se unirán en una única formación como un sólo pueblo, (Reyes1 12,30) "e irá el pueblo delante del uno" ("vaieljú ha'ám lifnéi haEjád") elegido por Hashém para conducir al mundo, en cada generación, a una era nueva, (Reyes2 11,12) "y lo ungirán" ("veimashjúhu") en nombre de Hashém, y lo coronarán sobre ellos. De hecho, "todos los pueblos del mundo", en su valor 375, equivale a "shalóm" (que vale 376) menos uno. Y ese uno eres tú, o Israel, o el Mashíaj, el conductor, el hombre que conduce a sus semejantes a hacer tsedakáh y justicia. En otro nivel, es el Creador mismo. Y sumado a ellos ese uno, todos los pueblos de la tierra arriban a la completitud del "shalóm" = 376, el estado de conciencia global en que [Shemot-Ex. 15,18] "Hashém reinará por todo tiempo en que hay mundo y testigo" ("Hashém imlój le'olám va'éd").
Todo el proceso tiene lugar, y se desarrolla, "por cuanto atendiste a mi voz" ("'ékev shamá'ta bekolí" = 1625), porque dirás que [Tehilim 119,11] "en mi corazón guardé tu decir (tu palabra), para no pecar yo más". Que el hombre, el que incide rectamente para hacer bien a su mundo, se abstiene de pecar (ésto es: de corromper el orden bueno, de violentar la justicia, etc.), por haber guardado, grabado, la palabra de Hashém dentro de su corazón (que es la clave para arribar a la "conciencia natural de Toráh", tal como la explica nuestro maestro rav Itsjak Ginsburgh). Y por supuesto, como siempre, todo lo dicho más arriba en grande, acerca de pueblos enteros y aún acerca del mundo entero, merece ser meditado también acerca de la peripecia íntima del hombre individual, de cada quien; y baste este indicio para quien vea, y lo incorpore a los referentes del espejo.

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