יום שלישי, 6 באוקטובר 2015

Bereshit, aliah de miércoles, Netsaj en la semana

Bereshit, aliah de miércoles, Netsaj en la semana. Bereshit-Gen. 3,23: "Y lo envió Hashém E-lokím desde el Gan-Jardín de Eden, a trabajar (a) la tierra, que fue tomado de ahí (de ella)".
El mundo se formó a partir de la "Even hashtiáh", la "piedra fundamental", que se halla en el lugar de mayor sacralidad del Templo, sobre el monte de Moriáh, en Ierushaláim, centro de la tierra de Israel. Encima de esta Ierushaláim está la Ierushaláim de lo Alto, la Ierushaláim completa y perfecta en lo espiritual, cuya fuerza se nutre de los oficios sagrados que tienen lugar en la Ierushaláim inferior. Cuando Adám y Javáh pecaron, descendieron del Gan 'éden a la tierra de Israel, como está escrito: "Y lo envió Hashém E-lokím desde el Gan Eden, a trabajar la tierra, que fue tomado de ahí (de ella)" -el verso entero con valor 2275-, la misma tierra (Devarim-Deut. 4,5) "que vosotros venís a ella para heredarla" ("Ashér Atém baIm shámah lerishtáh"), los hijos de Israel, para salvar su sacralidad en la generación veintiséis y hacerla florecer; y así, en cada ocasión en que nos fue permitido retornar a nuestra tierra y establecernos en ella, tal la misión y el comando que portamos. Adám, hecho de polvo de la tierra ("Adamáh") de Israel, devolverá a su tierra bien por bien cuando se dirija a "a trabajar (a) la tierra" ("la'avód Et haAdamáh" = 562), y con ello incidirá en todos los mundos (Daniel 8,10) "hasta la milicia del firmamento" ("'ad tsvá hashamáim"). Y esta tierra, cumbre de lo material y fondo de lo espiritual por ser extremo de la conexión entre los mundos, es sagrada, y trabajarla no es como trabajar las demás tierras, porque ella devolverá riqueza material, en proporción directa a la conexión espiritual del hombre (así, por ejemplo, brindará en cada año sexto una cosecha suficiente para tres años). Entonces la eligió Hashém, (Daniel 9,14) "y la trajo sobre nosotros, porque tsadík Hashém nuestro E-lokím" ("vaiebiEha 'aléinu ki tsadík Hashém E-lokéinu"). Por consiguiente, (Tehilim 58,11) "se alegrará el tsadík-justo" ("ismáj tsadík") al ver la señal, y se levantará, (Job 2,11) "y vendrán cada hombre desde su lugar" ("veiabóU Ish mimkomó") a la tierra de Israel, y hallarán en ella (Tehilim 119,162) "botín-retribución abundante" ("shalál rav").
En el capítulo previo (Bereshit-Gen. 2,5) vimos que nada ha brotado aún de la tierra, porque no hay Adám que la trabaje. De suyo, está claro que sería misión del hombre lograr que la tierra, que representa también a la shejináh o presencia revelada de Hashém, fructifique en los frutos más bellos, para que en su mérito, todas las tierras sean fecundas. Así, "Y lo envió Hashém E-lokím desde el Gan Eden" ("vaishaljéhu Hashém E-lokím migán 'éden" = 694) para que trabaje su tierra, para que se pula y purifique en pruebas y enmiendas, para que adquiera nuevamente el carácter de (Job 12,4) "justo íntegro" ("tsadík tamím") hábil de la vida eterna del Gan Eden. Y sólo si trabajaréis vuestras tierras, vuestra sustancia, (Devarim-Deut. 13,4) "con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma" ("bejól levavjém ubejó nafshejém"), con entrega plena, alcanzaréis el grado de ese tsadík-justo que puede pararse ante Hashém y decir (Tehilim 119,40) "por medio de Tu tsedakáh dame vida" ("betsidkatjá jaiéni"), y agradecerá con certeza de inmediato: (Tehilim 28,6) "Bendito Hashém que atiende-oye" ("barúj Hashém ki shomé'a"); y aguardará a la revelación desde lo Alto de lo pedido.
La necesidad y pertinencia del trabajo del hombre en este mundo ("trabajo", en términos de acción que modifica el mundo) está íntimamente ligada al hecho de que, hagas lo que hagas, y creas lo que creas que estás haciendo, siempre estarás trabajando tu propia sustancia, "la tierra, que fue tomado de ahí (de ella)" ("haAdamáh Ashér lukáj mishám" = 1074); y el hombre que advierta continuamente todas las bondades que libera para él su Creador, se preguntará [Tehilim 116,12] "¿qué devolveré a Hashém (por) todas sus bondades sobre mí?". Y todas las respuestas, el programa entero para trabajar la propia tierra y asemejarse a las cualidades del Creador, están escritos (Reyes2 23,21) "sobre el libro del pacto éste" ("'al séfer habrít hazéh"), dedicado (Tehilim 119,165) "a los amantes de Tu Toráh" ("leOhavéi toratéja"), para traer gueUláh-redención al mundo.


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