יום ראשון, 4 באוקטובר 2015

Bereshit, aliah de lunes, Guevurah en la semana

Bereshit, aliah de lunes, Guevurah en la semana. Bereshit-Gen. 2,17: "Y del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él; porque el día en que comas de él, morir morirás". 
La primera prohibición explícita, el primer límite, en medio de un mar de abundancia al alcance de la mano, un mar de deleites y placer dispuesto para tí para siempre. La tentación se siente irresistible: alguien habrá de llevarnos a probar ésto que queda más allá de la frontera, porque desde este momento mismo, nada más me importa ni interesa que no sea ese fruto específico, el que está prohibido, que porta consigo la muerte. La continuación de la historia es conocida, y aún más asombrosa: está escrito "morir morirás" ("mót tamút" = 1292), (Jer. 17,23) "y para-por no tomar enseñanza" ("ulebiltí kájat musár"); y he que comimos, y de acuerdo a cómo comprendemos la vida y la muerte, no morimos. ¿Y es que no cumplirá el Creador su palabra? ¿Y es que acaso no profanamos su prohibición? Aquí, se nos prohibió comer, y la prohibición se reveló en tanto una trampa más fuerte que nosotros. En otro verso dela Toráh, con el mismo valor 3183 del nuestro, llegan hasta Lot dos ángeles que fueron enviados a destruir Sdóm-Sodoma; y por su propia naturaleza ellos no comen, y si con ello no bastara resulta que no vienen a celebrar ni festejar; [Bereshit-Gen. 19,3] "y les insistió mucho y se desviaron hacia (donde) él, y vinieron a su casa, y les hizo de beber, y matsót-galletas horneó, y comieron". Hay una semejanza destellante entre ambos sucesos: los ángeles, que no forma parte de su naturaleza comer, se resignan y comen; y así Adám y Javáh-Eva su mujer, comen el único fruto que aún no estaba disponible en su mesa, rindiéndose al instinto que les propone perder su mundo. En ambos eventos un mundo es destruido: el de Adám y Javáh, puesto que son expulsados del Jardín de 'edén hacia un mundo mucho más denso, en tanto mudaron sus vestimentas de luz ("Or") por vestimentas de cuero-piel ("'or"); y fueron destruidos Sdóm-Sodoma y 'amoráh-Gomorra por completo, para siempre. La capacitación para la destrucción -o más en general: la capacitación para la revuelta-, exige de quien la vaya a realizar una extralimitación de las reglas que le son naturales, de lo que parece razonable esperar de él.
Estaba el árbol del conocimiento del bien y del mal, y más adelante en el camino, estaba el árbol de la vida, de las vidas. En un acto solemne, impresionante y maravilloso, íbamos a ser invitados dentro de unas pocas horas, tras que entrase el shabát, a comer de ambos a la vez. Saber todo requiere una vida eterna para poder hacer todo, y una vida infinita no dará fruto alguno en ausencia del conocimiento necesario, disponible al entendimiento. La serpiente sabe ésto, cuando arguye que en el día en que comamos justamente del árbol del conocimiento y solamente de él, seremos como E-lokím: él sabe que una vida eterna implica que no hay cómo escapar de la responsabilidad por nuestros actos, y si comemos de ambas frutas juntas, la conciencia de nuestra responsabilidad eterna por nuestras acciones nos llevará a utilizar el conocimiento para hacer exclusivamente bien; cuando si comemos sólo del árbol del conocimiento (y ésto es, cuando no se nos ha invitado a hacerlo), nos dejaremos seducir por la idea de que la vida es corta y hay que disfrutar de ella al máximo, y entonces todo el conocimiento se pondrá al servicio de nuestros instintos animales y trabajará para ellos, y ante la ausencia de toda frontera moral nos impondremos a las leyes de "la naturaleza" ("hatéva'" = 86), que es como una máscara de "E-lokím", para derrochar los recursos en nuestras manos a favor del placer instantáneo y fugaz de una minoría de nosotros, que utilizarán sabiamente su fuerza para servir al mal, y sojuzgarán a la mayoría (¿acaso hemos visto algo así en algún lado?). Y hay que actuar pronto -evalúa la serpiente ("najásh" = 358, el opuesto de "mashíaj"), porque pronto el tikún-enmienda se realizará y habremos comido de ambos frutos, y el reinado del hombre en su máximo esplendor sobre el mundo, que por su mano se convierte en todo bueno, será ya inevitable.
Y el E-lokím sabe todo ésto; de hecho, El sabe todo. Está claro desde un inicio que Adám y Javáh deben descender del Jardín de 'edén a la realidad densa, que fue creada para que también en ella haya revelación de divinidad. De hecho, es necesario que ellos traigan consigo del Jardín de 'edén la capacidad de descubrir, de revelar, divinidad. Pero no es ésta la opción más adecuada a su inclinación natural: en el 'edén hay todo; es posible mantenerse inocentes e íntegros, sin dolores de cabeza, y disfrutar de una vida de deleite para la eternidad. Y si ello ocurriera, ¿qué sentido último portaría la creación toda? Desde ya, que reciban en sus almas la experiencia del Jardín de 'edén al que añorar y cuyos deleites anhelar, y por obra de sus propios instintos se provocarán a sí mismos descender de allí para cumplir con la finalidad de su existencia misma en el mundo inferior, y tal como meditamos ayer, ascender hacia un locus mucho más alto que aquél del que partieron. "Y del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él" ("umé'éts hadá'at tóv verá' ló toJál miménu" = 1596); y tras que sí habrás comido de él, la propia naturaleza de la ley que bien conoces determinará que te sentenciaste a hacer todo (Bereshit-Gen. 2,3) "lo que creó E-lokím para hacer" ("Ashér bará E-lokím la'asót"): que te asignó la función de hacer, de llevar a la acción en el mundo material, todo lo que creó El en el espiritual. Y para ello, aún si no concientemente, adquiriste el conocimiento del bien y del mal; pues serás examinado en tu capacidad de asemejarte a las cualidades-medidas de tu Creador para ser tsadík-justo sobre la tierra, [Ez. 18,5] "y un hombre que sea tsadík, y hará juicio-justicia y tsedakáh (caridad que es de justicia)", y sólo los enemigos de Hashém -los enemigos del shalóm, los enemigos del ser colectivo unido por lazos de solidaridad recíproca- serán tus enemigos, y te conducirás a su respecto celosamente hasta el punto en que [Tehilim 18,38] "perseguiré a mis enemigos y los alcanzaré, y no retornaré hasta haberlos exterminado". Y en virtud de su seguridad en Hashém y tu añoranza del jardín de 'edén, cantarás [Tehilim 92,1] "cántico poema para el día de shabát", en que te conducirás en desafío alevoso a las leyes naturales, pues para producir una revuelta has venido.
¿Qué te prevendrá de comer de él?: "porque el día en que comas de él, morir morirás" ("ki beióm Ojlejá miménu mót tamút" = 1587); y he aquí que no morimos. Algunos versos más arriba está escrito que vio E-lokím todo lo que hizo y he que es muy bueno; y se entiende de los exégetas que bueno se refiere a la vida, y muy bueno es referencia directa al ángel de la muerte, que abre las rejas del cuerpo para liberar al alma que se ha purificado, y conducirla de retorno a su raíz en el Jardín de 'edén. El mismo día en que comimos del árbol del conocimiento, fuimos expulsados del 'edén hacia el mundo inferior (un paso que era inevitable para cumplir con el objetivo trascendental de nuestra creación misma), y comenzamos a transitar el camino de retorno a casa (tal como algunas horas antes, se separaron los cuerpos de macho y hembra del hombre, y comenzaron a buscarse para volver a identificarse y unirse de nuevo, desde un anhelo que producirá a la postre un amor mucho más profundo que el inicial). Entonces, [Tehilim 18,33] "el E-l que me inviste de fuerza, y pondrá la inocencia en mi camino", que de acuerdo a la calidad de mi obra me da fuerza para obtener victoria en este mundo, al tiempo que en igual medida me habilita a merecer el mundo porvenir; y también pone el conocimiento que hemos heredado tras un candado que sólo por medio de nuestra libre elección se abrirá: [Prov. 2,2] "para que atienda a la sabiduría tu oído-equilibrio, inclina tu corazón hacia la Tvunáh-comprensión (la Maljut-Reinado de tu mundo rectificada al punto que, desde la praxis, complementa, explica, aplica, a lo que la Binah-entendimiento del cerebro alienta)", para decirte que durante tu vida en este mundo, si optas inteligentemente por conectar tu oído, la sintonía de tu atención sobre la que se apoya tu equilibrio interior, a la sabiduría verdadera, bastará con que liberes a tu corazón de las vanidades de este mundo y lo inclines a la tvunáh, al estado de conciencia especial en que toda prueba y experiencia provocan que automáticamente calcules sus consecuencias y derivaciones, en el que la extrapolación te hace vivir cada evento simultáneamente en todos los modos y bajo todas las circunstancias y en todos los niveles en que se puede manifestar. Esta tvunáh, esta maravillosa llave redentora, opera rectamente sólo si uno se entrega a ella de verdad, cuando de la Tvunáh (que es, al cabo, la rectificación completa de la Maljut, la novia cósmica) hasta la Binah, el novio que aguarda a por ella en lo Alto, recorres el camino que enmienda todas las cualidades (las seis sefirót intermedias, que hallan expresión en las cualidades del hombre) en la acción, en el mundo limitado y medible, por medio de acciones buenas que buscan shalóm, la paz de la completitud armónica, que es el objetivo final de toda esta separatidad.


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