יום שני, 30 ביוני 2014

Balák, aliah del martes, tifEret en la semana

Balák, aliah del martes, tifEret en la semana. Bamidbar-Num. 22,31: "Y abrió (descubrió) Hashém (a) los ojos de Bil'ám, y vio al ángel de Hashém erguido en el camino y su espada desenvainada en su mano, y se inclinó y reverenció de narices" (en hebreo, "leApáv" sería literalmente "hacia", o "para", sus narices).
Tres veces se desvía de su camino la fiel mula de Bil'ám, y su amo la golpea nervioso. La tercera vez, al desviarse, apreta la pierna de Bil'ám contra una pared del sendero que recorrían, y él la azota con especial crueldad entre maldiciones. Entonces, al mismo tiempo que la mula demanda a viva voz comportamiento justo, sabido es que Hashém abre los ojos de los ciegos: un ángel de presencia que provoca espanto, había estado allí frente a ellos todo el tiempo, armado de espada de fuego, y recién ahora Bil'ám lo capta, lo ve.
"Y abrió Hashém". ¿Qué abrió? "A los ojos de Bil'ám", ambos ojos, el ojo que ve y el ojo ciego, la visión de este mundo y la visión profética, para decir "A los ojos de Bil'ám" ("Et 'einéi bil'ám" = 683) el verso completo (Job 36,15) "Rescatará al pobre por (el mérito u la expiación de) su pobreza, y abrirá en a presión sus oídos", que también vale 683: que aún si lograse dañar a Israel no resultará de ello sino bien para Israel, porque la pobreza y demás penas y estrechez expían, y proveen mérito al hombre para ser rescatado de todo mal y levantarse nuevamente con más visión y vigor; y la presión abre el oído, agudiza la inteligencia para extrapolar enseñanzas de cosa en cosa y prevenir las consecuencias desde sus causas. Los ojos de Bil'ám se percatan de que, a la postre, no está en sus manos realmente dañar a Israel, no tiene él y no tiene nadie posibilidad alguna de dañar a quien tiene conciencia perfecta de que todo es para bien.
Sus ojos están abiertos, y él ve "al ángel de Hashém" ("Et malAj Hashém"), que señala en su valor 518 que la visión de Bil'ám es (Job 35,16) "sin conocimiento-conciencia" ("bivlí dá'at" = 518), inocente, excede sus herramientas de pensamiento, y no puede sino captar que (Devarím-Deut. 33,11) "Bendijo Hashém a Su milicia y la obra de Sus manos". Descubre al ángel, pero "ángel de Hashém erguido en el camino y su espada desenvainada en su mano" = 1144 = (Tehilim 40,13) "Y no pude ver" ("veló iajólti lirOt"), que no tenía herramientas de conciencia para realmente concebir la presencia del ángel sagrado.
¿Y con qué objeto debía este ángel aparecer frente a Bil'ám allí de pronto? "erguido en el camino y su espada desenvainada en su mano" responde, en su valor numérico 1027 (Mishlei-Prov. 3,32): "Porque es inmundo ante Hashém el nalóz" (el que "tuerce sus caminos" al decir de Rash"i, el que se sale y se desvía del camino recto en palabras del Metsudát David). Entonces tiene que aparecer el ángel, para recordar a Bil'ám que Hashém (Tehilim 9,9) "juzgará el mundo con justicia" ("ishpót tevel betsédek" = 1027), que todo lo que ocurre es bajo la supervisión de lo Alto y se encamina al bien perfecto. Para mayor detalle, "ángel de Hashém erguido en el camino" vale 485, igual que (Mishlei 20,24) "De Hashém los caminos que camina el hombre" ("meHashém mits'adéi gáver"): que incluso los caminos que se abren a los ojos del hombre no son los únicos posibles, sino que son los que merecimos o que nos tocan, a los cuales se abrieron nuestros ojos en función de la enmienda y misión que nos toca cumplir, desde lo Alto. "y su espada desenvainada en su mano" ("vejarbó shlufah beiadó"), en su valor 659, alude a que la reciprocidad entre el mundo superior y el inferior es constante, perpetua y transparente, como se puede ver de las 45 veces que dice la Torah "Y dijo Hashém a Mosheh" ("vaiómer Hashém El mosheh" = 659) -45 es el valor de "Adám" y de "gueUlah"-, y la vez única que dice (Shemót-Ex. 4,10) "Y dijo Mosheh a Hashém", vez una para el Uno. Y quien medite al respecto, observará cuánta gracia y belleza hay en esta relación numérica.
Y se inclinó y reverenció "de narices" ("leApáv") = 127, que es igual a (Zac. 6,4) "al ángel" ("El hamalAj") y frente al (Tehilim 24,7) "Rey del honor" ("mélej hakabód" = 127). Acaso un instante fugaz de tentación de arrepentimiento, de teshuvah, de temor reverencial con todo el corazón; acaso uno de esos instantes que tanto el relato de lo sucedido a Bil'ám como las historias personales de todos cada día nos advierten de no perder, de no dejarlos pasar, de tomarlos por oportunidad enorme para un salto hacia la dulzura y el bien luminoso en nuestras vidas.

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