יום שישי, 1 באוגוסט 2014

Devarím, aliah de viernes, Iesod en la semana

Devarím, aliah de viernes, Iesod en la semana. Devarím-Deut. 2,32: "Y salió Sijón a nuestro encuentro, él y todo su pueblo a la guerra, hacia Iáhats".
Es sabido que todas las pruebas caen sobre nosotros en la vida para afilarnos y aguzarnos, en como una suerte de gimnasio natural para los músculos de la conciencia. Por consiguiente, a no temer: de acuerdo al tamaño del ataque, será el tamaño de la salvación, cuya llave está depositada siempre en nuestras manos.
"Sijón", en su valor 128, simboliza "la guerra" ("hamiljamáh"), toda guerra que nos sale al encuentro; en particular, el modo en que nos conduzcamos a su respecto nos dará pistas para comprender qué caminos se abren ante nosotros en cada ocasión en que somos arrastrados, contra nuestra voluntad, a una guerra que no buscamos ni deseamos.
"Y salió Sijón a nuestro encuentro" ("vaietsé sijón likraTénu") señala ya, en su valor 1022, el escudo férreo que nos guarda y nos cuida (Prov. 14,26): "En el temor a Hashém (hay) resguardo potente, y para sus hijos (de quien halla en el temor a Hashém resguardo potente) habrá refugio" -lo cual ocurrirá por puro mérito de los padres-. De la irAh ante Hashém depende la apertura de puertas hacia el "resguardo potente" ("mivtáj 'oz"), que vale 136 como "voz" ("kol") de la plegaria, como "ayuno" ("tsom") de la teshuvah, como "riqueza" ("mamón") que es entregado en tsedakah -caridad que es justicia- a modo de expiación. Y justamente estas tres herramientas -la teshuvah, que es arrepentimiento y rectificación, y la plegaria, y la tsedakah-, a las que apelamos a voz en cuello en Iom Kipúr, de verdad alejan de nosotros a lo malo de la sentencia, endulzan el juicio para volverlo patrocinio ("jasút", de la misma raíz que "majséh", que tradujimos por "refugio"): "majseh" vale 113, igual que "slijáh", que significa "perdón", donde se encuentra el refugio.
Que Sijón sale a nuestro encuentro dice, también con valor 1022, que hay un camino al que es ya preciso y oportuno levantarse bajo la orden (Devarim-Deut. 4,1) "Y ahora, Israel" ("ve'atáh israEl"), justamente por tu carácter de (Devarim-Deut. 4,7) "que tiene E-lokím próximo a él" ("Asher ló E-lokím krovím Eláv"), y con la fuerza de tu cuidado de la señal del "pacto sagrado" ("brit kódesh") en todos sus modos, saldrás a la guerra sin miedo ni preocupación porque (Reyes1 9,5) "no será arrancado de tí (ni un) hombre" ("ló ikarét lejá Ish"), (Devarim-Deut. 26,19) "y para darte-ponerte por supremo" ("uletitjá 'elión") te trajo Hashém hasta aquí. 
Nuestro camino en la vida es pedir shalóm, procurar shalóm, hacer shalóm. Mas en ocasión de guerra, especialmente si frente a un enemigo cruel cuyo objetivo es tu extinción, la prosecución del shalóm se inviste en la misión de recuperar las condiciones que lo habilitan. Por un lado Sijón, "él y todo su pueblo a la guerra, hacia Iáhats" ("hú vejól 'amó lamiljamáh, iahatsáh"); por el otro, (Jos. 11,12 y otros 2) "Mosheh, siervo de Hashém" ("mosheh 'éved Hashém") y sus hombres sagrados; ambos lados con el mismo valor 447. El pueblo de Israel, (Is. 52,11) "portadores de las herramientas de Hashém" ("nosEi kléi Hashém"), se levantan en los días de (Lam. 1,3) "entre las opresiones" ("bein hametsarím", los días que median entre el 17 de tamuz y el 9 de Menajem-Av, en que nos encontramos ahora), y gritan a Hashém (Jerem. 32,18) "actúa con Piedad" ("'aséh jésed"), Le piden (Bamidbar-Num. 8,14) "y distinguirás" ("vehivdálta") entre mal y bien y entre inmundo y puro, tal como nosotros, por Tu orden, discriminamos. Y entonces, oh maravilla, se revela en promesa que la voz prístina que pide (Tehilim 106,47) "Sálvanos" ("hoshi'énu") reparará la seguridad en Hashém al responder (Tehilim 116,6) "y a mí me Salvará" ("velí iehoshí'a"); y sí, es fácil adivinar que sobre esa seguridad y certeza se apoya el secreto del resguardo y la victoria.
De todos modos, los hijos de Israel somos misericordiosos por naturaleza, y no golpearemos sin advertencia suficiente. Si con justicia nos comportamos hacia dentro nuestro y hacia fuera, la victoria está garantizada en nuestras manos.  Y aún así, no somos rudos, y sentimos piedad por toda creatura, y cuando llega el momento de "Y salió Sijón a nuestro encuentro, él y todo su pueblo a la guerra, hacia Iáhats", responderemos inicialmente con el mismo valor 1469 del verso entero, y llamaremos su atención con las palabras del profeta (Jer. 27,13): "¿Por qué moriréis tú y tu pueblo?" ("lámah tamútu Atah ve'améja"). Y si se rectifica, mejor. Y si no, la ley y la justicia están en tus manos para defender lo tuyo, y así dijeron nuestros sabios que dice la Torah (Talmud Bablí, Iomá 85b): "¿viene a matarte?: apresúrate a matarle".
  








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