יום שישי, 1 באוגוסט 2014

Devarím, aliah de shabat kodesh, Maljut en la semana

Devarím, aliah de shabat kodesh, Maljut en la semana. Devarím-Deut. 3,22: "No les temeréis, porque Hashém vuestro E-lokím es el que Batalla para vosotros".
Nuestro verso no parece necesitar mayor explicación; lo que asevera resulta  sencillo. "No les temeréis, porque Hashém vuestro E-lokím es el que Batalla para vosotros" vale 1085, para declarar que el objetivo de la guerra es enfrentar a los extremos irreconciliables (Vaikrá-Lev. 10,10) "y distinguir entre lo sagrado y lo profano, y entre lo inmundo y lo impuro" ("ulehavdíl bein hakódesh ubein hajól, ubéin hatamé ubéin hatahór"), para lo cual (Shemot-Ex. 33,19) "y clamaré en el nombre de Hashém" ("vekaráTi beshém Hashém"). Cuando la conciencia colectiva está en paz con la idea de que no hay nada que temer porque la justicia obra que Hashém luche por nosotros, entonces, tras dar vueltas alrededor de las murallas de Ierijó-Jericó, (Jos. 6,16) "Y dijo Iehoshú'a al pueblo: tocad teru'ah" ("vaióMer iehoshú'a El ha'ám harí'u") en vuestras trompetas, porque esa es la señal para que Hashém derribe las murallas; sólo (Samuel1 12,14) "si temeréis a Hashém" ("Im tirU Et Hashém"). Y las murallas cayeron. Y no se trata de una historia del pasado, sino también de una metáfora perpetua aplicable cada vez, que nos enseña cómo funciona con la misma receta otra y otra (Samuel2 7,10) "como la primera vez" ("kaAshér bariShonáh"), (Zac 14,18) "que apestará Hashém a los pueblos" ("Ashér igóf Hashém Et hagoím") que se yerguen contra nosotros.
¿Y qué dicen las letras pequeñas del contrato? También ellas, son letras grandes. "No les temeréis", en su valor 688, nos remite a que no hay temor digno más que aquél que nos une (Devarim-Deut. 31,13) "a Hashém vuestro E-lokím todos los días" ("Et Hashém E-lokeijém kól haiamím"): a Hashém, el lado de la Piedad, que es el mismo que golpea para Bien en su manifestación llamada E-lokím.
Y aún más, "porque Hashém vuestro E-lokím es el que Batalla para vosotros" reclama en su valor 397 un "hombre de E-lokím" ("Ish E-lokím") que conduzca al pueblo, tal como (Devarím-Deut. 1,5) "comenzó Mosheh" ("hoIl mosheh") (Bamidbar-Num. 34,17) "y Iehoshú'a-Josué" ("veiehoshú'a") continuó tras él; y entonces el pueblo (Is. 50,10) "pondrá su seguridad en el nombre de Hashém" ("ivtáj beshém Hashém") y se aferrará a Su Torah, y la victoria estará en sus manos aún cuando (Is. 49,18) "todos se unieron, vinieron a tí" ("kulám nikbetsú baU láj") para conquistarte, (Is. 63,13) "no fallarán" ("ló ikashélu") los soldados de Israel en su misión.
Y finalmente, ¿cuál es el horizonte del batallar divino para nosotros? "es el que Batalla para vosotros" ("hú haniljám lajém") dice, en su valor 235, que El mismo (Bamidbar-Num. 8,24) "vendrá a formar el ejército" ("iabó litsbó tsabá"), y entonces, ante tus ojos mientras te ocupas de despertar méritos ante el Creador, (Bamidbar-Num. 10,35) "y se dispersarán tus enemigos" ("veiafútsu Oivéja"); porque (Is. 2,5) "con la luz de Hashém" ("beOr Hashém") es conducida la guerra, y nuestros soldados en el campo de batalla gozan de la supervisión permanente de Hashém (Ez. 5,8) "y pone la victoria en sus manos" ("umátslaj biédhom"), (Is. 59,20) "y viene a Tsión el redentor" ("ubá letsión goEl") muy pronto en nuestros días, sea así Su Voluntad.






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