יום ראשון, 22 בנובמבר 2015

Vaishláj, aliah de lunes, Guevuráh en la semana

Vaishláj, aliah de lunes, Guevuráh en la semana. Bereshit-Gen. 32,26: "Y dirá: libérame, pues ha subido el alba; y dirá: no te liberaré sino porque me hayas bendecido".
Una batalla única en su tipo. Para vencer a un enemigo difícil en la tierra, lo más seguro es vencer a su ministro en los cielos, al ángel que cuida de él. En general, semejante proceso tiene lugar en lo Alto, en ascensiones del alma o en la participación de almas grandes frente al tribunal de lo Alto, para determinar destinos en lo bajo. Sólo la estatura espiritual de Iaakóv, y la importancia de la misión que tocará a su descendencia para guiar a la creación a su tikún, determinan que esta vez las cosas sucedan distinto: el ángel de Esáv, investido en cuerpo físico y limitado a capacidades físicas humanas, viene a pelear con Iaakóv. Y contra lo que esperábamos de la supervisión divina revelada, parece que -al decir de la guemará en Baba Batra 24b- "el más violento gana", que la fuerza del puño dirimirá. Sólo que en realidad, la supervisión no se aleja ni por un instante, y sólo actúa de modo más encubierto, requiriendo de Iaakóv un esfuerzo propio al que no estaba listo de antemano. Para hacer resaltar aún más la paradoja, nuestro verso entero tiene valor 2703, como el que dice: [Zac. 4,6] "Y respondió y dijo a mí para decir: Esta es la palabra de Hashém a Zerubabél, y dice: No con milicia y no por fuerza, sino que con mi espíritu, dijo Hashém de los Ejércitos". La batalla física, para dirimir una guerra espiritual.
Iaakóv se impone al ángel, y lo retiene hasta que sube el alba, momento en que el ángel debe subir de retorno para entonar canto ante el Creador, y se halla atrapado en manos de Iaakóv, y ruega: "Libérame, porque ha subido el alba" ("shaljéni ki 'aláh hashájar" = 1046). Acude a reconocer ante Iaakóv que todo está en manos de Hashém, [Lam. 3,22] "acciones de Jésed de Hashém que no nos terminamos, pues no se acaba su misericordia". Y será (Jue. 2,4) "al decir el ángel de Hashém las cosas éstas" ("kedabér malAj Hashém Et hadvarím haEleh"), intenta aún hacer errar a Iaakóv, y le acusa (Ez. 28,2) "y has puesto tu corazón cual si corazón de E-lokím" ("vatitén libjá kelév E-lokím"), y no tienes permiso para retenerme. Mas Iaakóv sabe que si el ángel fue entregado en sus manos, seguramente sí tiene permiso de lo Alto para retenerlo hasta que él mismo haya definido el final de la guerra.
Y así responde: "No te liberaré sino porque me hayas bendecido" ("ló Eshlajajá ki Im berajtáni" = 1143), no te liberaré hasta que reconozcas mi razón y confirmes la vigencia y pertinencia de las bendiciones de primogenitura que recibí con justicia de mi padre Itsják. Y es valiente y atrevido frente al ángel de Esáv, al tiempo que ruega a E-lokim [Tehilim 119,135] "tu rostro ilumina en tu siervo, y enséñame tus leyes", para saber cuál es el camino recto por el que conducirme. Y el ángel no podrá resistirse a reconocer todo (Shemot-Ex. 20,11) "lo que Hashém tu E-lokím te da", a Iaakóv, (Nej. 9,8) "para dar a su descendencia" ("latét lezar'ó"), (Tehilim 89,30) "y pondré a perpetuidad a su descendencia" ("vesamtí la'ád zar'ó") a conducir la creación hacia su enmienda. Y aún agregará el ángel resignando la autoridad en beneficio de Iaakóv, e indicándole en bendición (Jos. 10,19) "no os paréis; perseguid a vuestros enemigos" ("Al ta'amódu ridfú Ajaréi Oiveijém") porque ellos serán entregados en vuestras manos, todo tiempo que vosotros permanezcáis fieles a la (Devarim-Deut. 33,4) "Toráh ordenó a nosotros Moshéh" ("toráh tsiváh lánu moshéh") precisamente como legado a los hijos de Iaakóv, acerca de quienes se dice (Bereshit-Gen. 5,2) "y llamó el nombre de ellos Adám" ("vaikrá Et shmám Adám"), pues por medio de su Torah será enmendada la creación toda y despertará la redención.
Y esa es la condición de Iaakóv para liberar al ángel de Esáv: no será liberado "sino porque me hayas bendecido" ("ki Im berajtáni" = 753), (Bereshit-Gen. 24,51) "como dijo Hashém" ("kaAshér dibér Hashém") (Sam.1 19,7) "todas las palabras-cosas éstas" ("Et kol hadvarím haEleh") que me prometió, también (Is. 37,29) "y te devolveré" ("vahashivotíja") y también que (Tehilim 147,2) "a los perdidos-rezagados de Israel reunirá" ("nidjéi israEl ikanés"). Y está prometido que cuando el tsadík, el justo sagrado, sentencia, (Daniel 11,3) "y hará su voluntad" ("ve'asáh kirtsonó") el E-lokím; y si (Tehilim 7,6) "persiguiera el enemigo mi alma" ("irdóf Oiév nafshí") y luchara contra mí, también ésto lo acepté con integridad inocente y con fe plena, porque sé que cuanto hace Hashém para bien lo hace, (Job 9,2) "y qué esperará tener razón el hombre frente al Creador" ("umáh itsdák Enósh 'im E-l"). Así, desde una situación que podría haberle despertado gran terror y un miedo de los que hacen fracasar, desde la sorpresa incomprensible del ataque, viene la fe plena de Iaakóv a salvarle, y a poner a su enemigo en su mano; y comprenderá quien reflexione que la actitud de apego y fe completa de Iaakóv resulta ser la sustancia misma de la bendición que le toca, que se revela en una fuerza enorme desde su interior, para influir con un espíritu nuevo para bien del mundo.


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