יום שישי, 20 בנובמבר 2015

Vaietsé, aliah de shabat kodesh, Maljút en la semana

Vaietsé, aliah de shabat kodesh, Maljút en la semana. Bereshit-Gen. 32,2: "Y Iaakóv se dirigió a su camino, y pegarán en él ángeles de E-lokím".
Hay un pacto entre Iaakóv y Laván. Laván y sus hombres retornan a su tierra, "y Iaakóv se dirigió a su camino" ("veia'akóv haláj ledarkó" = 503), a ese camino que se describe en términos de que (Crón.1 1,27) "Avrám es Avrahám" ("Avrám hú Avrahám"), de que ese que parece hombre profano es en realidad un hombre sagrado, el que parece dirigirse a morir sin descendencia en tierra de idolatría es en realidad padre de muchos pueblos, que hereda y lega a su continuación la tierra de Israel. Iaakóv se dirige a (Crón.1 9,11) "la casa del E-lokím" ("béit haE-lokím"), y la fuerza de (Tehilim 100,5) "su fe" ("Emunató") abrirá pórticos para que (Tehilim 19,3) "viva conocimiento" ("ijvéh dá'at"), que se sitúe en la conciencia del dáat que traduce la mente inasible al lenguaje del mundo denso, que se tome de las milicias de lo Alto para recibir la conducción superior directamente en su realidad, y entonces todos los suyos (Is. 49,10) "no sufrirán hambre y no sufrirán sed" ("ló ir'ávu veló itsmáU") sino que caminarán con shalóm, (Is. 41,20) "para que vean y sepan" ("lemá'an irU veied'ú") todos los pueblos el camino de Hashém que recorrerá el hombre recto. Basta con que haya salido al camino, "y pegarán en él ángeles de E-lokím" ("vaifgue'ú bó malAjéi E-lokím" = 370) que acuden en su auxilio, ángeles de la tierra de Israel que lo concucirán (Reyes2 1,9) "hasta la montaña del E-lokím", hasta la conciencia más alta de la divinidad, defendido y seguro y alimentado por manos de ellos, porque (Bereshit-Gen. 24,27) "en el camino me condujo-sostuvo Hashém" ("badérej najáni Hashém") y yo estoy (Ec. 5,3) "completo" ("shalém") con todo el bien que se erige para mí, porque se dice acerca mío (Reyes2 2,21) "y saldrá hacia el lugar de donde salen las aguas" ("vaietsé El motsá hamáim"), que sin dudas ni vacilaciones sencillamente se paró a cumplir la palabra de Hashém, y se dirigió hacia la fuente de las aguas que dan vida, hacia el origen de la Toráh y del Jésed-amor supremo, y sabe que los ángeles han sido enviados a servirle, y su seguridad es plena en Hashém.
Toda la peripecia de las vidas de los patriarcas viene a enseñarnos, y a darnos ejemplo de conducción en nuestras vidas; viene a abrirnos la conciencia hacia una realidad enmendada, a cuyo modelo en lo Alto nos conectará nuestro camino recto en la tierra. "Y Iaakóv se dirigió a su camino, y pegarán en él ángeles de E-lokím" -nuestro verso entero con valor 873-, y pese a que aún restaba frente a él un largo camino hasta llegar a las fronteras de la tierra sagrada, ya acuden a acompañarle los ángeles superiores que cumplen su misión en ella, y acudirán (Reyes2 6,23) "para venir a la tierra de Israel" ("lavó beErets israEl") junto con él. Porque dirá Israel (Tehilim 88,14) "hacia tí Hashém mi súplica" ("Eléja Hashém shav'atí"), (Crón.2 21,14) "y harán los que hacen la labor" ("vaia'asú 'oséi hamelaJáh") -que son los ángeles- todo lo necesario para que resulte exitoso un camino que se ve a priori lleno de peligros; (Bereshit-Gen. 45,12) "y he aquí vuestros ojos ven" ("vehinéh 'eineijém roOt") que (Tehilim 21,14) "cantaremos y entonaremos" ("nashírah venazámrah") a Hashém, (Tehilim 140,8) "la potencia de mi salvación" ("'oz ieshu'atí"), que da (Tehilim 74,9) "nuestras señales" ("Ototéinu") en milagros famosos a ojos de todos, como el pan del firmamento (Nej. 9,15) "y agua de la roca sacaste para ellos" ("umáim miséla' hotséTa lahém"). Entonces reflexionarán los rectos, (Tehilim 22,28) "y retornarán a Hashém todos los ceros-extremos del mundo" ("veiashúvu El Hashém kól Afséi Arets"), todos los que están preparados y dispuestos para anular el ego frente a la verdad, apagar las llamas de los apetitos individuales sirviendo al poderoso anhelo de redención, y advenidos al camino que acaba de abrirnos Iaakóv, hallarán a su paso justamente a Hashém, a la manifestación del gran Jésed-piedad-amor de lo Alto posado sobre ellos, para poner en sus manos luz capaz de alumbrar el mundo.


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