En Jorév, que es el monte Sinái, nos impuso obediencia y recibimos la Torah y sus mitsvót. Ahora, una nueva generación se apresta a ingresar a su tierra, que fue atrapada a lo largo de 250 años por siete pueblos idólatras y poderosos, a cuya pretensión de permanecer en ella no ha lugar. En la tierra de MoAb, un instante antes de que crucemos el Iardén-Jordán, Mosheh nos viste de un nuevo pacto: ¿bajo qué condiciones recibiremos nuestra tierra, pese a la voluntad de sus ocupantes de retenerla para sí? "Estos son los términos del pacto que Ordenó Hashém a Mosheh" ("Eleh divréi habrít Ashér tsiváh Hashém Et moshéh" = 2243). (Vaikra-Lev. 20,24) "Vosotros heredaréis su tierra" ("Atém tirshú Et Admatám"), a condición (Ez. 43,7) "de que Resida Yo allí, dentro de los hijos de Israel" ("Ashér Eshkón shám betój bnei israEl") que son sagrados y consagran sus tierras. La tierra será nuestra a condición de que nosotros mismos nos constituyamos en morada y templo para la presencia revelada de Hashém.
Mosheh, el pastor fiel, viene a "sellar con los hijos de Israel en la tierra de MoAb" ("lijrót Et bnei israEl beErets moAb" = 1996) un pacto nuevo, que toca a su vida fáctica, material, sobre su tierra; y al tiempo que se mostrará severo con Israel ordenándoles que preserven su propia sacralidad al nivel de la sacralidad de la tierra, dejará entrelíneas a Hashém el pedido a futuro, para cada vez que necesitemos de su Misericordia infinita (Devarim-Deut. 21,8): "Expía a Tu pueblo Israel al que Liberaste" ("kapér le'amjá israEl Ashér padíta"), evoca y renueva la salvación respecto de todo mal.
El sentido del pacto es claro. Y aún, "sellar con los hijos de Israel" ("lijrót Et bnei israEl" = 1654), señala que (Ez. 18,2) "Vosotros gobernáis la metáfora ésta" ("Atém moshlím Et hamashál hazéh"): todo resultará de vuestras acciones y elecciones, todo irá detrás de vuestros actos, porque de las mismas palabras dichas saldrán ya la bendición o la maldición, de acuerdo a cómo conduzcáis vuestras vidas sobre vuestra tierra.
El pacto se sellará "en la tierra de MoAb" ("beErets moAb" = 342), justamente (Ester 1,12) "para venir en la palabra del rey" ("lavó bidvár hamélej"), para brillar con el esplendor del cielo en las cualidades del Creador; "además del pacto" ("milvád habrít" = 693) en que nos comprometimos a cumplir (Ez. 11,25) "todas las palabras de Hashém" ("Et kól divréi Hashém"), en el que se nos explicó el modo justo de evocar y atraer al presente la salida de Mitsráim, en nuestras vidas (Devarim-Deut. 16,2): "Y sacrificarás el (sacrificio de) Pésaj a Hashém tu E-lokím" ("vezavájta pésaj laHashém E-lokéja"), puesto que (Devarim-Deut. 27,9) "el día éste te constituiste en pueblo" ("haióm hazéh nihiéta le'ám"), (Shemot-Ex. 3,15) "y éste es Mi recuerdo-activación para cada generación" ("vezéh zijrí ledór dór"). Y a partir de que viviremos de acuerdo a (Tehilim 119,160) "todo juicio de tu justicia" ("kol mishpát tsidkéja"), podremos elevar nuestros ojos a lo Alto y pedir (Tehilim 119,124) "Haz con tu siervo de acuerdo a Tu piedad" ("'aséh 'im 'avdejá kejasdejá"), y sabremos que te revelarás en nuestro auxilio (Crón.2 32,8) "y a librar nuestras guerras" ("ulehilajém miljemoténu") siempre. Como dijimos, ésta es una de las posibilidades. Si -Hashém nos libre- actuáramos de modo necio y olvidáramos la meta trascendental de la vida buena que Hashém nos da, la bendición podría (ay) mudarse en maldición, y la oscuridad tomaría el lugar de la luz, y pobres de nosotros en nuestra tierra.
El primer pacto siguió a la apertura de un camino hacia la libertad verdadera, camino que recorreremos a lo largo de cuarenta años en el desierto. El segundo pacto viene a redondear toda la peripecia, y conducir al esclavo liberado a una situación de libertad plena, amo en su parcela que Hashém le dio. Razonablemente, sólo seremos capaces de superar las condiciones del pacto complementario, si grabamos en nuestros corazones y herramientas de acción los fundamentos del pacto primero, "que Selló con ellos en Jorév" ("Ashér karát Itám bejorév" = 1774), en que nos fue revelado como ejemplo eterno que [Bamidbar-Num. 12,3] "Y el hombre Mosheh es muy humilde, más que todo hombre sobre las faces de la tierra", y fuimos advertidos acerca de que [Prov. 11,4] "No será de ayuda la riqueza en el día del juicio, y la tsedakah-caridad salvará de la muerte", y aprendimos a edificar lo que ha de ser en sumisión al Creador, tal como dijimos (Jos. 9,25) "Estamos en tu mano, de acuerdo a lo bueno y recto a tus ojos para hacernos" ("hinénu beiadéja, katóv vehaiashár be'einéja la'asót lánu"). De aquí en adelante, (Crón.c2 29,5) "Y consagrasteis-consagraréis la casa-templo de Hashém, el E-lokím de vuestros padres" ("vekidshú Et beit Hashém E-lokéi Avoteijém"), pues en cada instante y en cada acción, (Tehilim 119,166) "acudo a por Tu salvación, Hashém" ("sibárti lishu'atjá Hashém").
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